lunes, 12 de marzo de 2018

LUCIEN HERVÉ (1910-2007): PALMYRE (PALMIRA, 1962)











El fotógrafo húngaro Lucien Hervé, célebre por haber sido el mejor retratista de la obra del arquitecto Le Corbusier, en especial de sus últimas obras, desde la ciudad de Chandigarh en la India hasta el convento de la Tourette -fotos en blanco y negro, desiertas, compuestas por ángulos agudos cegados y en sombra (la sombra proyectada por volúmenes lisos bajo el sol, casi siempre fotografiados en diagonal, o bajo una luz rasante que destaca la superficie arada, en múltiples direcciones, por los encofrados del hormigón)- fue también un fotógrafo -menos conocido en este campo- de ruinas arqueológicas, como las de Palmira, en Siria, cuyas vistas insólitamente horizontales, también en blanco y negro, a veces bajo la luz creciente o declinante, cuando las formas y las sombras se confunden, supieron traducir la fragilidad de los restos -pórticos, columnas-, convertidos en papeles nítidamente recortados, en medio de las ondulaciones del desierto a las que parecían encuadran o, mejor dicho, de las que se diría emanaban. El punto de vista era, en ocasiones, similar al que adoptaba cuando retrataba obras modernas -vistas rasantes que acentuaban la feroz convergencia de las aristas-, pero también supo reflejar la piedra gastada o caída, dotando a sus fotografías de ruinas de una insólita fragilidad. 

El Jeu de Paume, de París, presenta en estos momentos, una exposición antológica dedicada a Hervé.

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