lunes, 1 de enero de 2018

La noche de San Silvestre

Hoy se abre la primera noche del año. Atrás quedó la noche de la San Silvestre. ¿Qué imagen del tiempo ofrece este santo?
Silvestre es el nombre de un papa del siglo IV que convirtió al emperador Constantino al cristianismo. Tal no es su aportación al imaginario del tiempo. Lo importante es que Silvestre se asocie al último día del año.

Silvestre, en latín, significa asilvestrado. Silvanis se traduce por salvaje. Deriva de silva, bosque -bosque denso, tupido, selva más bien. Se trata de un espacio aún no domesticado, civilizado, pesa todavía de las fieras. Espacio primigenio, aun no conformado: silva también significa materia. Los peligros que acechan la vida humana, su progreso, se hallan en la selva. Espacio de alimañas, monstruos y huraños, seres que no saben ni quieren vivir en comunidad, sino aislados, incapaces de tejer relaciones, de ayudarse. Seres ariscos, nada "humanizados".

Silvano era el dios latino de los bosques. Fuentes y árboles formaban parte de sus dominios. Silvano era un sátiro. Su presencia evocaba la cercana animalidad. Su figura se asemejaba a la de un fauno, con el que se confundía. Era un ser híbrido, que combinaba rasgos animales y humanos. La nítida frontera entre hombres y animales aun no había pasado por él. Era un dios de un orden, de un mundo anteriores, antes de que los humanos ordenaran el mundo. La selva, el espacio de Silvano, era un espacio indómito, en el que no se podía circular, ni estar. La luz no penetraba en el corazón de la selva. La ausencia de caminos llevaba a los humanos a perderse, a la perdición. Era imposible salir con vida del mundo de Silvano.
Sin embargo, Silvano se asociaba a Apolo. Apolo era el dios de la luz: guiaba, orientaba, delimitaba. Fue el primer arquitecto. Estableció el centro del mundo, el santuario de Delfos, desde donde se organizaba el espacio, desde donde parían los colonos para fundar nuevas ciudades. Pero esta capacidad organizativa de Apolo implicaba que era capaz de dominar la selva y sus monstruos. Su gesto apaciguaba -y derrotaba todo lo que evocaba el desorden primigenio.

La relación de Silvano con Apolo no es casual. Ambos dioses se orientaban con facilidad allí donde nadie podía hallar el camino. Estaban familiarizados con la oscuridad, las fieras, los monstruos. Pero los conocían tan bien que eran capaces de vencerlos o de aplacarlos.
Por eso, debido a su íntima relación con la selva, Silvano, un dios salvaje, también velaba sobre los cultivos y los rebaños. Los apartaba del peligro. Mas, en cualquier momento, cuando no se le rendía culto o el culto adecuado, podía soltar las fieras que acaban con el frágil orden humano, sobre el que, habitualmente velaba.

El día de Silvestre es el día en que la selva, la barbarie retorna. Acaba con el año, decrépito. Lo abate, en medio de una fiesta desmesurada. Silvestre -o Silvano- es necesario para liquidar lo que queda del año.
Pero también, tras la suelta de la furia destructiva, se requiere su presencia para calmar los elementos y abrir, así, un tiempo e paz y prosperidad, el año nuevo. Silvano o Silvestre destruyen y establecen las condiciones para el renacer de la vida. Pero también velan para que no nos apartemos del recto camino que nos trazan. La barbarie, en este caso, retornaría: abrirían las puertas a la selva.
¿Cómo sucederá el año 2018?  ¿Hacia dónde apuntamos?

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