jueves, 10 de marzo de 2016

Maquetas y montañas: maqueta votiva egipcia de Meroe (Sudán)


Maqueta en forma de cabaña de Meroe, Egipto tardío, altura: 63 cm, piedra arenisca, Museo de Bellas Artes, Boston


El gran historiador de la arquitectura, Vincent Scully, emitió una hipótesis sugerente -aunque criticada. Los templos griegos eran la segunda morada terrenal de los dioses que solían albergarse en una morada principal, las cumbres montañosas. Templos y montañas mantenían una estrecha relación, y la ubicación y forma de los templos dependía de la divinidad a la que iban destinados, divinidades que escogían también montes adecuados a su divina figura.
La relación se acentuaba por la tipología de los templos. Los tejados a dos aguas no respondían a ningún criterio funcional -aunque algunos historiadores han supuesto que se originaron en el noreste de Grecia, bajo un clima inclemente- sino que repetían lo forma de los picos.

El Museo de Bellas Artes de Boston posee una pieza singular (que no está expuesta). Se trata de una maqueta arquitectónica votiva, de terracota, en forma de choza. albergaría alguna figura divina. Pertenece a la cultura del sur de Egipto (cultura de Meroe o Nubia, hoy Sudán). Su forma se asocia tanto a una cabaña cuanto a una montaña. Evoca, en efecto, una cumbre de Nubia: Gebel Barkal, la "Montaña Pura".  En ella se recogía el dios Amón en su manifestación primigenia, creadora del universo. La montaña se levanta sobre un cerco de papiros. Se trata de la primera elevación, la primera forma, un vientre grávido en cuyo seno se acogen o se recogen los seres que son devueltos a la luz. De este modo, la maqueta permite que la divinidad se personifique en el espacio doméstico sin tener que abandonar las alturas. Por otra parte, la maqueta evoca bien que la montaña es una morada divina, y que ésta acepta proteger la morada del fiel.
Una insólita, excepcional pieza.

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