miércoles, 6 de enero de 2016

Mirra

Cuando el rey Gaspar, venido de Oriente (la India), se arrodilló ante el niño Jesús para ofrendarle con mirra ante una cueva en Belén donde sus padres lo habían alumbrado, estaba evocando  toda una serie de imágenes pasadas y futuras, hablando en un lenguaje figurado.
La mirra era una especia (una resina) utilizada para embalsamar y preservar a los muertos. Tendiéndole este perfume, Gaspar anunciaba la muerte de Jesús pero también su resurrección, su victoria ante la muerte,
Pero también evocaba imágenes pasadas.
La cueva donde Jesús nació, sobre la que se edificó la primera iglesia -y que acogía a la primera iglesia que era Jesús cuando afirmaba que era la piedra de ángulo de la comunidad edificada que se alzaría- había sido un santuario dedicado a Tammuz.
Se trataba del nombre fenicio de una divinidad sumeria: Dumuzi.
Hija de Enki, el dios de la arquitectura, Dumuzi era un dios de la vegetación. Pastor y agricultor, las fuentes y los ciclos de la vida estaban en sus manos. Sedujo a Inanna, la diosa del deseo constructivo y generador así como de la necesaria destrucción que precede a toda nueva edificación, pero no pudo compartir mucho tiempo con la diosa. pero los gallû, los demonios del inframundo que Enki controlaba, lo raptaron y se lo llevaron preso al mundo de los muertos. Se convirtió en el dios del inframundo, pero el desconsuelo de Inanna era tal -mi amado ha muerto, repetía incansablemente- que el dios del cielo accedió a que Dumuzi, llegada la primavera, ascendiera y estuviera con la diosa hasta el otoño cuando retornaba a las profundidades. Desde lo hondo y desde lo alto, Dumuzi regulaba el paso del tiempo. Era un dios con un especial encanto para las mujeres fértiles que le adoraban para obtener hijos y bienes.
Dumuzi era una divinidad oriental, adorada en todo el Próximo Oriente antiguo. Los colonias griegas instaladas en la costa jonia (hoy en Turquía) también sufrieron el hechizo de Dumuzi. Los griegos orientales le llamaban Adonis: un nombre semita que significa Señor. El propio Cristo recibiría esta denominación.

Adonis nació de un árbol partido. Éste había sido una mujer que fue castigada por haber cometido un horrendo acto: incesto con su padre. Pagó muy caro la vanagloria de su madre que se ufanaba de ser más hermosa que Afrodita. Como venganza, la diosa se cebó en lo que la reina más quería: su hija. Es así como la princesa, llamada Mirra, sintió de pronto deseos irreprimibles de seducir a su padre y unirse a él. Cada noche acudía al lecho real impidiendo que su padre encendiera una vela. Tras doce noches, el rey quiso ver el rostro de su amada que tuvo que huir perseguida por su padre colérico y horrorizado que blandía su espada. Mirra imploró a los dioses. Se compadecieron y la protegieron envolviéndola con la corteza de un árbol que brotó justo donde Mirra se hallaba. Tras diez meses -los dioses tienen una gestación más larga- la corteza se desgarró y alumbraría a Adonis.
No se cuentan las lágrimas que Afrodita vertió, lágrimas que al solidificarse se convertían en gotas de mirra, cuando Adonis, aún muy joven, falleció. Adonis no podía vivir más tiempo que una flor. Vivió apenas una estación. El inframundo le aguardaba.
Las lágrimas de Afrodita no cayeron en vano. La tierra regada volvería a la vida y Adonis resucitaría durante un tiempo para retornar hacia una cueva o las profundidades.

El presente del rey Gaspar simbolizaba bien la doble condición de Jesús, el nuevo Adonis: su naturaleza humana -su condición mortal- y el poder que disponía para vencer a la muerte y ascender con el nuevo sol.

3 comentarios:

  1. Sr. Azara, mis conocimientos sobre mitología son muy escasos y quizás por ello la duda que me surge sea absurda, pero al leer la historia sobre Dumuzi me viene el recuerdo de Demeter, Perséfone y Hades y me pregunto si la estructura básica de ambos mitos podría ser la misma.
    Muchas gracias, Carmen

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    1. Existen motivos míticos que se repiten con variaciones en fiferentes culturas. El mito de Dumuzi e Inanna, y la muerte y resurrección anual de Dumuzi es uno de esos motivos, que encuentra un eco en el mito de Hades y Perséfono, si bien en este caso Perséfone es una diosa y no un dios.
      En verdad la historia de Inana y Dumuzi recuerda más la de Atis y Cibeles, por ejemplo
      Un atento saludo

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  2. Ah, sí, muchísimas gracias
    Carmen,

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