martes, 11 de febrero de 2014

Maquetas arquitectónicas sardas de principios del primer milenio aC (Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia, Roma)













 

Fotos: Tocho, Museo Nacional de la Villa Giulia, Roma, febrero de 2014


El Museo Nacional de la Villa Giulia, en Roma, acoge una pequeña muestra, por desgracia de diseño poco afortunado, dedicada a las inexplicables estructuras arquitectónicas, del segundo milenio y principios del primero, en forma de torres y fuertes de planta circular, edificadas según un eje central que atraviesa la isla de Cerdeña. Entre las piezas más atractivas se encuentras pequeñas -y fascinantes- maquetas arquitectónicas de bronce o de piedra, provenientes de museos locales, la mayoría poco conocidas, que revelan, quizá un imaginario arquitectónico, amén de ofrecer datos sobre las parcialmente derribadas fortalezas de la Edad de bronce.
Los llamados "nuraghi" comprenden una torre rodeada habitualmente de cuatro habitáculos también de planta circular dispuestos como lóbulos alrededor de la torre central. La imagen de un pilar cósmico que sustenta las cuatro regiones del mundo es irresistible aunque indemostrable. Algunas maquetas, no obstante,. realzan la verticalidad y la esbeltez del elementos central y convierten los espacios laterales en torres o incluso columnas más bajas, lo que contribuye a ver en estas maquetas una imagen del mundo.
Un pequeño modelo de un recinto muestra un cuerpo semejante al descrito anteriormente flanqueado por un templete coronado por pájaros. El edificio simboliza o sugiere a la perfección las virtudes del nido que el edificio posee; los pájaros posados confiadamente en la techumbre podrían provenir de lo alto, acentuado la imagen celestial que la maqueta evoca. Mas esta imagen no se aleja de los valores del hogar. El templo es, también, una casa, o un nido. No se trata de una construcción descomunal sino un modesto recinto en el que la vida anida: un refugio a la vera de la estructura del mundo, que simboliza que el espacio, bien sustentado, es perfectamente habitable, como la confiada imagen de dos aves, quizá dos almas o espíritus, denota.
Esta delicada maqueta quizá sea una de las más hermosas expresiones del habitar.

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