martes, 10 de septiembre de 2013

El ser humano en la Grecia antigua

“El ser humano es una unidad”
(Hipócrates, Sobre la naturaleza humana)

“Muchas cosas hay portentosas, pero ninguna tan portentosa como el hombre; él, que ayudado por el noto tempestuoso llega hasta el otro extremo de la espumosa mar, atravesándola a pesar de las olas que rugen, descomunales; él que fatiga la sublimísima divina tierra, inconsumible, inagotable, con el ir y venir del arado, año tras año, recorriéndola con sus mulas. Con sus trampas captura a la tribu de los pájaros incapaces de pensar y al pueblo de los animales salvajes y a los peces que viven en el mar, en las mallas de sus trenzadas redes, el ingenioso hombre que con su ingenio domina al salvaje animal montaraz; capaz de uncir con un yugo que su cuello por ambos lados sujete al caballo de poblada crin y al toro también infatigable de la sierra; y la palabra por si mismo ha aprendido y el pensamiento, rápido como el viento, y el carácter que regula la vida en sociedad, y a huir de la intemperie desapacible bajo los dardos de la nieve y de la lluvia: recursos tiene para todo, y, sin recursos, en nada se aventura hacia el futuro; solo la muerte no ha conseguido evitar, pero si se ha agenciado formas de eludir las enfermedades inevitables. Referente a la sabia inventiva, ha logrado conocimientos técnicos más allá de lo esperable y a veces los encamina hacia el mal, otras veces hacia el bien. Si cumple los usos locales y la justicia por divinos juramentos confirmada, a la cima llega de la ciudadanía; si, atrevido, del crimen hace su compañía, sin ciudad queda: ni se siente en mi mesa ni tenga pensamientos iguales a los míos, quien tal haga”.
 (Sófocles: Antígona, vv. 332-361)

No hay ningún hombre feliz, sino que miserables
Son todos los mortales que el sol desde lo alto contempla” (Solón, 12 -15D-)

De todas las cosas la mejor es no haber nacido
Ni ver como humano los rayos fugaces del sol,
Y una vez nacido cruzar cuanto antes las puertas del Hades,
Y yacer bajo una espesa capa de tierra tumbado.” (Teognis de Mégara, Elegías)

De los humanos pequeño es el poder,
E inútiles los propósitos y cuitas.
En la breve vida hay pena tras pena.
Y la muerte ineluctable siempre espera.
Porque igual porción de ella reciben
Los valerosos y quien es cobarde.” (Simónides de Ceos 2 -9D-)


Es cuando ya no soy nada que soy verdaderamente un hombre” (Sófocles, Edipo en Colona, 393)

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