martes, 13 de marzo de 2012

Los dioses del espacio doméstico (Los Dioscuros)





Relieves con imágenes o símbolos de los Dióscuros, Museo de Esparta (Grecia)
en: Leila Nista, Castores. L´immagine dei Dioscuri a Roma, Ediciones De Luca, Roma, 1994, p. 12, figs. 5 y 6.

Hace un año, Tocho ya dedicó a una entrada a los Dioscuros y a su relación con la arquitectura: http://tochoocho.blogspot.com/2011/03/la-puerta-y-el-pilar.html.
Esta entrada debería ser completada.

Los Dioscuros eran (los) hijos gemelos de Zeus (tal es el significado de Dio-Kouroi). Sin embargo, no eran divinidades a parte entera. Mientras Cástor era hijo de Tindareo (o Tíndaro), rey de Esparta, y su esposa Leda (ambos héroes, mortales), Pólux era hijo de Leda y Zeus (y por tanto, en tanto que hijo del padre de los dioses griegos, era inmortal). Ambos, curiosamente , fueron concebidos la misma noche, pese a la fuerte resistencia de leda ante los avances de Zeus, que tuvo que metamorfosearse en un cisne para seducir a la reina. Leda tuvo un tercer descendiente, una hija, Helena, causante de la guerra de Troya, tras ser raptada por Paris, seductor príncipe troyano. Castor, Pólux y Helena nacieron de un huevo que Leda puso. Sin embargo, Castor y Pólux estaban especialmente unidos, hasta tal punto que su asociación con el germen cósmico de la vida, el huevo cósmico, estaba particularmente acentuada. Castor y Pólux estaban en contacto con las fuentes de la vida.
Polux no aceptó que su hermano muriera mientras él viviera eternamente. por eso, logró que su padre Zeus les concediera vivir, morir -descendiendo al Hades- y resucitar juntos anualmente, u ocupar alternativamente el cielo y los infiernos: mientras uno ascendería, su hermano descendería al país del muertos

Ese reparto explica que Los Dioscuros se manifestaban en el cielo a través de la constelación de Géminis, cuyas estrellas ascienden y descienden conjuntamente, o a través del planeta Venus. Se suponía que este planeta tenía dos manifestaciones visibles:  las estrellas Matutina (el brillante Lucero del Alba)  y Vespertina, "estrellas" que se mostraban de manera alterna, como si una ocupara el cielo mientras su hermana cruzaba la línea del horizonte camino del mundo inferior, hasta que invertían sus roles al día siguiente. Dichas estrellas y, por tanto, las divinidades que las manejaban, eran particularmente importantes en arquitectura, ya que permitían orientar los santuarios en la mayoría de las culturas (junto con las Pléyades). Sin éstas, los humanos no habrían logrado asentarse. Estas estrellas, y los Dioscuros, ayudaban a los humanos a encontrar su lugar en la tierra, a no perderse o llevar una vida errante o errática.

Dos grandes ánforas tapadas, una serpiente y una estructura de madera compuesta por dos cuatro montantes y dos travesaños que dibujaban una puerta dentro de una puerta o una puerta con un doble marco simbolizaban a los Dióscuros en la tierra.
El espacio doméstico estaba tradicionalmente asociado al mundo femenino, a valores femeninos. Estaba al cuidado de mujeres (mientras los hombres guerreaban o comerciaban en la plaza pública) o de hombres afeminados. Hestia (la diosa del fuego, ciudadano y doméstico) velaba en los hogares. No salía nunca al exterior. Estaba sentada en el centro de la casa, sobre el hogar, y estaba en contacto tanto con los antepasados, avivados por la lumbre, y con los dioses hacia los que las llamas del hogar ascendían.

Sin embargo, como sugieren sus símbolos terrenales, los Dióscuros también eran divinidades protectoras del espacio doméstico (al mismo tiempo que eran divinidades guerreras). La serpiente evocaba los poderes del inframundo sobre las que se asentaban  los hogares, ofreciendo una última morada a los difuntos. Las serpientes, tradicionalmente, recordaban las virtudes protectoras del hogar, del mismo modo que simbolizaban las virtudes curativas de la medicina. Las grandes ánforas atesoraban bienes ignotos. Se suponía que contenían las fuerzas de la tierra, fuerzas "germinativas" al servicio de la vida recogida en el hogar.
Por fin, la estructura de madera bien trabada simbolizaba la fraternidad. por tanto, instauraba la paz. Al mismo tiempo, constituía una puerta. Daba acceso al mundo interior, y al país de los muertos. Actuaba de plano fronterizo -y mediador- entre la ciudad y el hogar, la ciudad y la selva, los vivientes y los difuntos. Acotaba cada espacio, al mismo tiempo tiempo que permitía que cada mundo pudiera ponerse en contacto con lo que lo rebasaba o lo completaba. Los Dióscuros aportaban, aseguraban la paz, que el hogar también encapsulaba.
Es por este motivo que los Dióscuros fueron una divinidades o unos semi-dioses particularmente apreciados en la antigüedad, tanto en Grecia cuanto en Roma y en Etruria.   Aparecían como los protectores de los espacios, urbanos y domésticos, en los que la vida se refugiaba y se sentía segura.
Quizá no sea casual que la iconografía de los Dióscuros remita en parte a la de Cristo, que se presentaba a sí mismo como el espacio comunal, la "ecclesia".


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