domingo, 26 de junio de 2011

Miró: The Ladder of Escape (Miró. Escalera para huir)



El museo de arte moderno Tate Modern en Londres presenta una gran exposición antológica, principalmente pictórica, de la obra de Joan Miró. Titulada The Ladder of Escape ("Escalera para huir"-un título inspirado en la presencia de una escalera de mano vertical, en varias obras de los años veinte, interpretada como un medio de escape de la cruda realidad-), se inicia con una luminosa, deslumbrante sala en la que se exponen obras de los inicios: vistas de masías y retratos alegóricos de campesinos catalanes. La selección es asombrosa. Alguna obra, espléndida, desconocida incluso hasta ahora. En las salas siguientes, la selección, ordenada cronológicamente, desemboca en las obras tardías, de gran tamaño y de un interés relativo.
La exposición no se limita a mostrar una selección afortunada hasta los años cuarenta, sino que interpreta casi cada obra. Cada sala, dedicada a un decenio o a un tema, incluye un texto de presentación de ámbito, y casi toda obra se acompaña de una cartela comentada. ¿Qué se cuenta? ¿Cómo se descifra?

Érase una vez un país culto y progresista, que disfrutaba de un alto grado de autonomía política. La vida era excitante. Barcelona era casi el centro del mundo. Las artes, la cultura florecían: "a sense of cultural distinctiveness flourished in politics, the arts, education and in the codification of the catalan language". Es en este paraiso que Miró se formó y destacó. Exaltaba sus raices. Como destaca el primer texto, " Miró´s insistence upon using "Joan" rather than "Juan" was a sign of its catalan identity". Que Miró firmara Joan y no Juan debe de ser un dato fundamental para interpretar su obra: es lo primero que se da a leer al visitante.

Miró pintó varios cuadros, en los años veinte, que tituló "Le Catalan". El catalán de los cuadros tenía barba. Obviamente, los largos y ondulantes pelos de la misma simbolizaban la bandera cuatribarrada. Un retrato se titula "Campesino Catalán con Guitarra" (¿española?). Otro muestra la misma figura y se titula "Toreador". No se incluye en la muestra. Y éstos no se comentan.

¿Por qué esta temática? Fácil: era la manera de destacar el espíritu progresista del catalán ante el ascenso y la dictadura de Primo de Rivera, que oprimió Cataluña y prohibió la lengua: "In 1923 Miguel Primo de Rivera staged a military coup in Spain. The centralisation of power was essencial to his dictarship and one consequence was the suppression of Catalan autonomy and limitations on the use of the Catalan language. Miro´s series celebrates a cultural identity under siege". La mayoría de las obras, pintadas en París, son de 1925. Primo de Rivera ya no gobernaba. Pelillos.

Llegaron los años treinta. Las fuerzas de izquierda y de derecha competían a cara de perro. Hubo revueltas en Asturias aplastadas a sangre y fuego en octubre de 1934. Miró pintó cuadros con monstruos picassianos en octubre. Los fechó en octubre. Denunciaba la opresión, sin duda. También pintó en noviembre y en diciembre, pero esas obras no importan. Realizó un collage con un grabado decimonónico: un retrato masculino sobre el que trazó una figura deformada. El retratado tenía poblado bigote. Es evidente que Miró lo escogió poque representaba las fuerzas opresivas que siempre siempre exhiben erectos pelos bajo la napia. En marzo de 1936 pintó más monstruos picassianos. La razón es clara: marzo sucede a febrero; y en febrero ganaron partidos de izquierda. ¿Acaso eran unos monstruos? No, los monstruos eran las fuerzas de derecha que, tras perder, acechaban, acorralaban.

Y estalló la guerra civil. En París, en 1937, se celebró una exposición internacional. España levantó un pabellón. El gobierno republicano solicitó la colaboración de artistas como Picasso y Miró. Miró pintó una obra de grandes dimensiones. Se titulaba "El segador". No solo se refería explícitamente a los segadores cantados en el himno catalán sino que equiparaba republicanismo con catalanismo. ¿No salta a la vista?

Postguerra. Y aquí las cosas podrían complicarse algo. Miró se exilió en 1936. Pero regrsesó a España un año después del fin de la Guerra Civil, en agosto de 1940. Este hecho se dice y no se dice. Se comunica lentamente, de manera fragmentada, sin que se llegue a tener claro qué ocurre. Tras la primera sala dedicada a su obra de los años cuarenta, se tiene la impresión que Miró vivió en el exilio omo los grandes artistas. En una segunda, una nota comenta que dudaba entre volver a emigrar, a América, esta vez, o regresar a España. Nada más se dice sobre qué decidió. Tupido velo.

Solo en la tercera sala se escribe que parte hacia un lugar, no se sabe si mítico o lejano, que no se ubica: Mallorca. Y se insiste en su condición de exiliado. Interior.

Miró rechazó paticipar en exposiciones organizadas por el gobierno franquista: esta frase, destacada en una sala, en la que se alaba su resistencia (interior), contrasta, sorprendentemente -si es que algo sorprende ya a esas alturas de la muestra-, con la que se escribe en la siguiente: Barcelona, "su ciudad", organiza una exposición monográfica en 1968, y poco tiempo después colabora con el Colegio de Arquitectos que le dedica una segunda exposición: dos en un año. Barcelona no debía ser franquista.

Miró solo se relacionaba con París y Nueva York, se afirma. Ya a mediados de los años cuarenta salía de España hacia las grandes capitales del mundo, y regresaba. ¿Alguien sabe cómo se salía de España legalmente hacia 1945, qué había que hacer? La exposición es púdica.

En 1968, Miró pintó el tríptico "Pintura sobre fondo blanco para la celda de un solitario". Declaró años más tarde: " Para mí que estas tres pinturas son decorados para la vida solitaria. Podían estar colgadas en la celda de un hombre condenado a muerte. Esta simple línea me demuestra que he conquistado la libertad. Y, para mí, conquistar la libertad significa conquistar la felicidad. En último término, una línea, un color pueden hacer una pintura. Trabajé mucho tiempo en esa línea, esbozándola, probándola con carbón, volviendo sobre lo mismo, una y otra vez, durante años." ¿Cómo podían esas frases no refererirse explícitimente a los prisioneros políticos, ser una clara denuncia de las cárceles frasnquistas, de los condenados a muerte? Todo solitario, ¿no era siempre un antifranquista catalanista encarcelado? ¿No?

Su última obra es un canto a la esperanza. Pintada en marzo de 1974, representa un ojo encendido que brilla sobre una mancha negra que representa el fin de la dictadura de Franco. Sobre la mancha, la silueta de una manecita: un saludo a la perdida república. Que Franco muriera año y medio más tarde no parece ser un problema para quien interpreta la obra de ese modo.

Todas las obras de Miró son una denuncia directa y feroz de la dictadura de derechas. Se explican solas. Éste es su sentido. ¿Influencias de, correspondencias con otros artistas: Picasso, Masson, Klee, Tanguy, etc.? ¿Breton? Barridas esas manidas lecturas. La obra de Miró solo se explica dentro de la istoria política de Cataluña. Si unas imágenes se titulan "Metamorfosis", ¿quíén pone en duda que se refieran a la llegada del bienio negro y la mutación a la derecha del gobierno, y no a la fascinación surrealista por las Metamorfosis de Ovidio, que artistas como Picasso ilustraron?

Esta interpetación tan luminosa lleva a (involuntarias) segundas lecturas. Tras su regreso a Mallorca y a Mont-roig, Miró empieza una serie de obras tituladas "Constelaciones". Se descubre un creciente optimismo en el trazo, el color y la figuración, cuenta la exposición; ¿es porqué regresa a la España franquista? ¿se alegra? En qué quedamos.

Sí, Miró pintaba pájaros: simbolizaban los aviones con los que Primo de Rivera había bombardeado Barcelona. También pintada mujeres. O filósofos. Da igual: son una clara denuncia de la opresión. O afirmación de su identidad maternal catalana. O ambas cosas. "The atmosphere of uncertainty seems to mirror the anxieties around the right-wing government´s "bienio negro" (two black years) as well as the precarious beginnings of the Popular Front administration that succeeded it at the 1936 election."

Que Miró fuera un atista extraordinario, al menos hasta los años cuarenta -aunque la selección de la obra tardía no le hace justicia-, se demuestra porque sale indemne de semejante grotesca muestra.

Que podremos disfrutar pronto en Barcelona

Patrocina el Institut Ramon Llull.










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