martes, 3 de mayo de 2011

Casa con patas


Laurie Simmons: Walking House, 1989

Agudamente comenta ayer Jordi Abadal que el cerebro no tuvo antiguamente la importancia que ha adquirido con el tiempo. Quizá fuera Palón uno de los primeros que localizara la phren -la inteligencia- en la testa. Anteriormente, para los griegos, thumos, el corazón era la sede de la inteligencia (phren -nombre con el que también se designaba el corazón, así como el diafragma-) y de las sensaciones, la sensibilidad, el sentimiento, y las bajas pasiones (thumos, nombre que también designaba el corazón).

Así como en Grecia el corazón era el órgano central en el que moraban las facultades superiores e inferiores, para los Mesopotámicos, el corazón era la sede de las intuiciones- mientras que el hígado era dónde radicaba la inteligencia. quizá la superficie brillante y espejeada del hígado, donde se reflejaba todo lo que se hallaba alrededor, estuviera en el origen de la creencia en el hecho que los dioses comunicaban sus decisiones en las manchas tornasoladas que se forman en el hígado, y justificara que la víscera que se extraía en un sacrificio y en la que el harúspice, mago o sacerdote, tanto en Babilonia cuanto en Etruria, sobre todo, leía el porvenir -es decir interpretaba lo que los dioses habían decidido-  era el hígado cargado de sangre -otro elemento o componente corporal cargado de vida.

El cuerpo humano es la morada de las facultades que permiten los conocimientos inteligible y sensible. La imagen del cuerpo concebido como un receptáculo de imágenes, emociones, intuiciones, alojadas en él o los órganos correspondientes,  está en consonancia que la imagen de un casa presentada como un cuerpo. Los humanos y toda clase de potencias se amoldan y se guarecen en el interior del cuerpo, que los defienden, como las ideas, las imágenes mentales y los sueños se recogen en el cuerpo o en ciertas partes del cuerpo. El cuerpo  compuesto de órganos se asemeja a una casa organizada en estancias. Esta imagen o creencia es muy antigua.

Así, el hígado, en sumerio, se decía ur5, un término que también designaba los cimientos de un edificio (y las raíces o el tronco de un árbol, es decir, la o las partes inferiores que unían el árbol a la tierra y lo mantenían recto, vivo). Del mismo modo que el cuerpo viviente se fundamenta en el hígado, de donde irradia toda la energía, un edificio no se sostiene si carece de ur5, si no tiene ningún fundamento.

Aunque a veces ur5 podía designar, no sé si me´tafóricanmente, el hígado, en cuanto se querían destacar las virtudes de un guerrero listo para la contienda,  se ponía el acento en la nobleza de su hígado y su corazón. En estos casos, se contraponía ur5 (hígado) con shag4 (corazón); hoy, el empeño, la tozudez parece residir en otros órganos.

Shag4 era una palabra que no sólo nombraba el corazón (sobre todo cuando se contraponía al´hígado); también servía para designar el interior, tanto como lugar -opuesto al exterior- como emplazamiento (el interior de una morada, o la morada entendida como un interior) 8en una entrada anterior, referida a la teoría del arte mesopotámica, ya vimos que shag4 también se traduce por contenido de una obra). Es cierto que el corazón era un órgano que no gozaba, en Mesopotamia, del préstigio que tuvo en Grecia; su importancia palidecía ante la del hígado. Pero seguía siendo un órgano "central" en y para la vida del ser humano. Éste su papel era el mismo que asumía la casa para el hombre. Era dónde residía su fuerza. El hombre no podía vivir sin corazón ni morada. Descansaba en ella, como el héroe necesitaba que su corazón se calmara para poder actuar. Era un ente central (en la vida; shag4 también significa centro, de un cuerpo o de un espacio, siempre de una envolvente, un espacio cerrado o interior.

Las asociaciones entre la casa y el cuerpo no son de hoy en día ni se originaron en el Renacimiento. quizá hagan parte de esos supuestos "arquetipos" o "formas" a través de los que concebimos la vida y nuestro lugar en la tierra.

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