sábado, 4 de diciembre de 2010

La ciudad al habla (Las mesopotámicas Instrucciones de Shuruppak)

Uno de los textos "sapienciales" más antiguos de la historia -quizá el que más- es el compedio de proverbios y admoniciones, casi de mandamientos (como se ha dicho), sumerios, titulado Instrucciones de Shuruppak, y aún parcialmente inédito (quizá para siempre, ya que la tablilla con el texto completo se habría perdido cuando el asalto al Museo de Bagdad).

Un padre, llamado Shuruppak, aconseja a su hijo Ziuzudra, y le advierte, por ejemplo que no construya una casa cerca de un espacio público por el ruido con el que se puede encontrar (un consejo que bien podría aplicarse a Barcelona, hoy), o que tenga en cuenta que el cielo está muy lejos mientras que la tierra está al alcance de la mano (un carpe diem muy común en Mesopotamia, donde el cielo y los dioses son vistos como entidades inalcanzables y casi indignas de ser alcanzadas).

Shuruppak fue un rey legendario, antediluviano. Su hijo Ziuzudra, el Noé sumerio: el único superviviente del diluvio, escogido por  el dios Enki para construir un arca en el que salvaguardar una pareja de cada especie animal, debido a su piedad, quizá gracias a las prudentes enseñanzas de su padre sobre cómo comportarse en la tierra y con sus semejantes.

Lo curioso es que Shuruppak se llamaba como la ciudad sumeria de Shuruppak -conocida por ser el granero de Mesopotamia-.
Algunos estudiosos han pensado que el rey Shuruppak era la "personificación" de la ciudad del mismo nombre. Shuruppak era la ciudad de Shuruppak. Ciudad sabia, fuente de sabiduría, que educa a sus hijos predilectos.
La sabiduría, entonces, era propia de la cultura urbana. Solo una ciudad podía atesorar sabiduría. En Platón, mileno más años, el saber estaba en manos de los filósofos (los "amantes de la sofía o sabiduría), de unos filósofos muy especiales: de los gobernadores de la ciudad, pues solo los sabios podían encabezar el gobierno de una ciudad.

Cultura y ciudad son términos semejantes. Proceden de una raíz común. Los sumerios nos advierten que la ciudad está emparentada con el saber. Saber que no solo se deposita en la ciudad sino que se trasmite en el espacio urbano. La ciudad es el lugar donde el ser humano se forma, abandonando su condición animal.

Saber que se opone al ruido. El diluvio, en la mitología sumeria, fue causado por las molestias que la algarabía de la multitud de los humanos, que habían poblado toda la tierra, causaban a los doses celestiales, cómodamente instalados en el empíreo. El diluvio fue una manera de acabar con la algazara. Guirigay que nada tenía que ver con los sabios consejos, vertidos en voz baja, por un padre, o una ciudad, a su hijo pequeño, o a sus desvalidos habitantes. Palabras, sonidos articulados y dotados de sentido, que convirtieron a los humanos en ciudadanos. Los dioses y Shuruppak distinguieron entre el medio y el mensaje. Y dieron primacía a la palabra.

¿Es aún válida esta creencia?

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