lunes, 3 de mayo de 2010

Edificar sobre las aguas


El dios sumerio de la arquitectura, Enki, controlaba las extensas marismas del delta del Tigris y el Eúfrates, ríos cuyas turbias aguas eran el semen de la divinidad fecundadora. En los márgenes se situada la ciudad santa de Eridú de la que Enki era el dios protector (su "santo" patrón).

Las marismas eran concebidas a imagen de las aguas primordiales de donde emergieron, en los inicios de la creación del universo, todos los dioses. Estas aguas divinas se llamaban Abzû, que significa aguas sapienciales. En las profundidades se hallaba el palacio de Enki, que también se llamaba Abzû, y sobre ellas flotaba el gran santuario del dios de los constructores.

Enki tenía entonces un control absoluto sobre las aguas, tanto las que corrían cuanto las aguas quietas. De hecho, la madre de las aguas de la sabiduría (Abzu) se llamaba Id, el Río primordial. Y ambas divinidades, el río de los inicios, y las aguas primordiales, se identificaban con Nammu, una diosa madre, madre de Enki, cuyo nombre significaba matriz y era sinónimo de Abzu e Id. Así, las aguas eran el origen de todo: concebidas como un receptáculo de vida, regaban la tierra con los dones que acarreaba (el limo fecundo).

Enki fue, no el creador, sino el ordenador del mundo. Supo colocar todas las cosas, engendradas por el Cielo (erl dios An), en su sitio: el sitio que les correspondía. Las emplazó gracias a su verbo (les ordenó que se situaran en el lugar correcto).

Enti, pues, tenía que controlar las aguas matriciales a fin de regular o de encauzar su flujo. Lo ordenación del mundo requería ubicar cada cosa en el lugar justo, que por justicia les correspondía. Para esto, era necesario fijar unos límites a cada entidad.

Impedir que las aguas se salieran de su cauce y destruyeran la vida era una tarea que solo podía recaer en la divinidad que ordenaba el mundo.

Cada ciudad poseía una divinidad principal. La mayoría estaban relacionadas con el el Dios Cielo (An), de los Aires (Enlil, dios, por tanto, de las tormentas, de las aguas que caen del cielo), y de la Tierra y las Aguas Freáticas (Enki, dios de los ríos y las marismas).

La ciudad de Girsu estaba protegida por el Señor de Girsu: Ningirsu o Ninurta (hijo de Enlil) -Ninurta significa Dios de la Tierra Cultivada-, una divinidad agraria, que controlaba la correcta delimitación de las tierras y su arado y que, en Babilonia, se equiparó con Marduk, el dios principal de esta ciudad, considerado como el hijo predilecto de Enki/Ea.
Ningirsu tenía que controlar las aguas gracias a las que la tierra labrada y sembrada daba frutos.

En la autobiografía del rey neo-sumerio Gudea, rey de Lagash -un texto que ya se ha citado en otras ocasiones-, se indica que: ge26 dnin-gir-su a hush gi4-a (Cilindro A de Gudea, IX, 20), es decir: el dios Ningirsu encerró las aguas aterradoras (aguas que aterraban cuando se desmandaban, causando diluvios destructivos). El verbo gi4 significa, literalmente, rodear, encerrar, asediar, dar media vuelta (y lograr que las cosas vuelvan, literalmente, a su cauce).

Este verso es, curiosamente, idéntico uno de los salmos bíblicos, el célebre y hermoso Salmo 104 titulado Esplendores de la creación, en el que se detallan las acciones (constructivas) de Yavhé: construyó su morada sobre las aguas (v.3), y "las aguas (...) hasta el lugar que tú les asignaste; les pusiste un límite infranqueable, por que no vuelvan a anegar la tierra" (vv. 8-9).

Al igual que Ningirsu (y Enki) o, mejor dicho, a imitación de las divinidades creadoras u ordenadoras mesopotámicas, Yavhé controló las aguas, emplazándolas y encerrándolas tras una barrera. Pese a la inquina que los autores del Antigua Testamento sentían hacia los constructores (dado que descendían de Caín), Yavhé se comportó como un verdadero arquitecto, poniendo las fuentes de la vida al servicio de los hombres e impidiendo que se desmandasen.
Hacer arquitectura es, así, lograr dar forma a lo informe (y el agua es, por definición, lo que carece de forma propia.

Nota:
Jeremy A. Black, Jeremy Black, Anthony Green, Tessa Rickards: An Illustrated Dictionary. Gods, Demons and symbols of Ancient Mesopotamia, University of Texas Press, 2003. Las noventa y tres primeras páginas de este manual muy útil se hallan en:

http://books.google.es/books?id=pr8-i1iFnIQC&pg=PA75&lpg=PA75&dq=Ningirsu+Enki&source=bl&ots=326b0jYlex&sig=GKm4P18RTwul72rpHNq5E37VKjQ&hl=es&ei=NRXfS-aDMZT9_AbskfGfBw&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=8&ved=0CCUQ6AEwBw#v=onepage&q=Ningirsu%20Enki&f=false

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