jueves, 12 de noviembre de 2009

El espejo de las ruinas

Hipotética reconstrucción del palacio neo-asirio de Dur-Sharunkin (Khorsabad)

Reconstrucción hipotética de la capital del imperio asirio, Assur



Delfos "relevantado"



Claudio Lorena (s. XVII)


En un sugerente artículo ("Immagini di architettura: struttura e forma della architettura mesopoptamica attraverso le recostruzioni moderne", CMAO, X, 2005, ps. 121-166 -recomendado por Paola Poli), la estudiosa Maria Gabriella Micale supone que las reconstrucciones de la arquitectura mesopotámica, de la que solo quedan ruinas de tierra sepultadas, llevadas a cabo desde finales del s. XIX, no responden solo o tanto a las trazas de los edificios (los restos de cuyos muros no superan los dos metros de altura, en el mejor de los casos, lo que impide saber si existían pisos), sino a la influencia de la arquitectura modernista y, más tarde, racionalista. Las severas fachadas de palacios sin apenas ventanas, con muros lisos y ciegos, carentes de ornamentación (cuando las excavaciones prueban que los muros, interiores y exteriores, estaban cubiertos de frescos polícromos -pero que somos incapaces de ubicar en los muros), los volúmenes cúbicos, "magníficos bajo el sol" como diría Le Corbusier, no son sino la proyección de la arquitectura de la Bauhaus al pasado. De algún modo, la arquitectura moderna estaría en el origen de la arquitectura de los orígenes (mesopotámica).
Esta afirmación no hace sino prolongar una intuición de Françoise Frontisi-Ducroux acerca de la reconstrucción de los templos griegos, relevantados en parte desde mediados del s. XIX. Las ruinas que hoy vemos en Delfos, Olimpia, los yacimientos del sur de Italia o de la costa turca, en las que suelen destacan unas pocas columnas y unos entablamentos remontados parcialmente, habrían sido dispuestas siguiendo el modelo de la pintura de ruinas del s. XVII, que constituyó un género menor ("el capricho de ruinas") del arte de la pintura, en el que sobresalieron pintores italianos, franceses y españoles. Este tipo de obras, previas al descubrimiento de la arquitectura griega -que solo se conocía a través de las versiones romanas, ya que Grecia estaba aún bajo dominio otomano, y no era aconsejable su visita -o era imposible), tuvieron gran aceptación entre los nobles europeos, y sirvieron de pauta para escenificar unos paisajes de ruinas en los que la melancólica evocación de un pasado perdido, como ya cantara du Bellay en el s. XVI, primaba sobre la exactitud de la reconstrucción.
Se trataba de crear cuadros en tres dimensiones, que son los que aun hoy en dia contemplamos maravillados cuando visitamos ruinas griegas. No se distinguen de las ruinas que se construían en los jardines del s. XIX, ya que ambas, las ruinas reconstruidas y las ruinas de nueva planta, se basaban en la pintura "a capriccio" barroca. Dichas ruinas, en las que no faltan unas pocas columnas erguidas, siempre perfectamente insertadas en el paisaje, no son propiamente griegas, sino el reflejo del sentimiento de admiración y nostalgia que la contemplación de las ruinas (romanas), consideradas como el modelo inalcanzable de la arquitectura que se construía por el aquel entonces, suscitaba.
Las ruinas, tal como hoy las vemos -y esto se aplica tanto para los yacimientos greco-romanos como para lasreconstrucciones en Irak y Siria-, hablan más de nosotros, de nuestros gustos y deseos, que de los hombres del pasado y de sus preocupaciones. Nos vemos reflejados en aquéllas. Por eso tanto nos placen -y nos parecen relevantes.

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