viernes, 11 de septiembre de 2009

Belleza interior


Las personas de "mediana edad" sostienen que lo que se debe valorar es "la belleza interior" (la suya). La piel tersa se considera algo fugaz y secundario.


Se atribuye la distinción entre belleza física y belleza anímica a Platón. Hasta entonces, se consideraba que un físico hermoso debía coincidir con unas "buenas" o bellas intenciones. La maldad, por el contrario, se reflejaba en un físico tuerto. Las cualidades del cuerpo, positivas o negativas, actuaban como símbolo de las intenciones, bondadosas o arteras, del alma de la persona.


Sócrates y Alcíbiades, dos de los protagonistas de El banquete de Platón, pusieron en jaque la simplista equiparación entre las bellezas física y anímica (que el Cristianismo, con el cuerpo torturado y macilento de Cristo como paradigma, también rechazó): Sócrates se asemejaba a un ogro o al sátiro Sileno. Carecía de cualquier atractivo físico. Alcíbiades, por el contrario, despertaba pasiones. Uno fue un educador que prefirió ser condenado a muerte antes que faltar a lo que consideraba su misión (la búsqueda implacable de la verdad -a costa de su vida física); el segundo un cobarde, traidor, ambicioso y dictador: un dechado de "virtudes" que nunca se reflejaron en su hermoso rostro.


Platón dictaminó la superioridad de lo invisible (las pureza del alma) sobre lo visible (un cuerpo o un porte agresivamente bello). Como cualquier griego culto, conocía los textos de Homero de corrillo.

Y ya Homero, en el siglo VIII aC, había escrito lúcidamente:


"Los dioses no han repartido de igual modo a todos sus amables dones de hermosura, inteligencia y elocuencia. Un hombre es inferior por su aspecto, pero la divinidad lo corona con la hermosura de la palabra y todos miran a él complacidos. Les habla con firmeza y con suavidad respetuosa y sobresale entre los congredados, y lo contemplan como a un dios cuando anda por la ciudad.

Otro, por el contrario, se parece a los inmortales en su porte, pero no lo corona la gracia cuando habla.

Así tu aspecto es distinguido (advirtió el prudente Euríalo al ávido y perverso Laodamante) y ni un dios te habría formado de otra guisa, mas de inteligencia eres necio." (Od., VIII, 170-178)


Los griegos ya sabían que no era necesario leer más textos que los de Homero.


Nota:

Platón oponía hermosura (física) y perversidad (moral). Homero, el físico (phue, en el sentido de físico imponente, como cuando decimos de una persona atractiva que tiene un cuerpazo) y el epos (la palabra) y el noos (la inteligencia).
Homero viene a decir que se puede ser un bellezón y un necio a un tiempo; Platón, una persona atractiva y un retorcido mental. En apariencia, Homero y Platón y Homero no comunican lo mismo. Pero la necedad de Laodamante le empuja a hacer daño (al desventurado Odiseo de quien se burla: un daño moral antes que físico): no es tanto un simple de espíritu cuanto un espíritu malvado.

4 comentarios:

  1. Cuando uno esta en el sector de mediana edad, a que otra cosa se puede aspirar que no sea la belleza interior? No se si Platon o Homero o ambos, tenían o no razón, pero los demas mortales, a algo nos tenemos que agarrar, para sobrevivir, con un poco de dignidad.
    Buenas noches

    ResponderEliminar
  2. Hola Glauka

    Lo interesante de Platón es que no liga necesariamente las bellezas física e interior a la edad. Es cierto que los jóvenes, no estando preparados o familiarizados en el conocimiento del bien, tengan sobre todo belleza física, pero los que ya no son jóvenes, sostiene Platón, no tienen garantizado la belleza anímica.
    Es cierto que para Platón (como en sociedades tradicionales), los sabios son ancianos, pero lo contrario no es siempre verdad.

    Por otra parte, para Platón, la belleza interior no es lo único a lo que se puede aspirar una vez la belleza física ha menguado, ya que aquélla se logra gracias a la educación (la llamada "paideia"), y ésta se puede lograr a cualquier edad (aunque "paidos" significa joven).

    Platón incluyo pensaba que los jóvenes son menos afortunados que los "mayores" que ya desdeñan el cultivo del alma (pensando que la belleza física es eterna). En este sentido, Sócrates se equivocó con Alcíbiades: pensó que lo podía educar. No lo logró.

    La belleza anímica no sustituye a la física. La supera.

    ResponderEliminar
  3. ¡Observen y vean!

    Tenía pendiente releer algunas cosas estos días (sí; confirmo que es algo que siempre va bien) y he estado algo ocupado, pero ahora que ya estoy me conecto a internet y almenos puedo mandar saludos!

    Espero que todo vaya -almenos en gran parte- bien, y que hayas podido sobrepasar el canto IV de la Odisea!

    Ahora mismo estoy yo insertado totalmente en cierto momento 'cuando los dioses hacían de hombres'. Me está apasionando lo dicho, las dudas y titubeos para 'descubrir', 'hacer cuadrar' unas 'corazonadas' con 'lógica actual', para intentar entender algo de esa antigua civilización. Espero que aquí en Berlín pueda hacer alguna asignatura sobre el tema que tanto gusta al tal Bóttero... (aquí todo es libre, entre facultades y universidades, y para créditos optativos no creo que me pongan problemas...)

    Así que, lo dicho: Mucha suerte con todo!!


    Por cierto; añadiría al asunto de distinción entre realidades físicas y morales, efímeras y eternas (por discernirlo de algún modo más 'temporal') y, quizá en clave ya no sé yo si más o menos hedonista o más o menos idealista, el discurso que Siduri, la tabernera, la cervecera, le hace a Gilgamesh en la tablilla X; me encantó la 'categorización' que hace de 'qué somos' los humanos, de 'cuál es nuestra "tarea" en este mundo' (o, como diría Kant, de '¿Qué nos está permitido hacer?'...


    Si, al fin y al cabo, siempre se tratará de lo mismo. Quizá será por eso que tanto nos apasiona lo antiguo. Por tratarse, siempre, ineludiblemente, de lo mismo, una y otra vez, dicho de una forma u otra...

    Hasta pronto, Pedro!

    ResponderEliminar
  4. Hola Ángel

    ¿Instalado definitivamente en Berlín para todo el año?

    ¡Y releyendo a Bottéro -quien mejor ha explicado el hombre mesopotámico!

    Perfecto.

    El discurso de la tabernera es fantástico. Y suena a actual. Como las advertencias de los espectros de Elpenor y de la madre de Ulises, salidos transitoriamente del Hades, a éste, describiéndole el más allá, el tipo de "vida" que llevan y, por contraste, el que debería Ulises (y, por ende, todos los mortales) tener en la tierra. Una conversación que parece directamente tomada del Poema de Gilgamesh. Y que también suena a actual. Como lo verdaderamente grande de la antigüedad -sin que las diferencias culturales y temporales deban ser obviadas; antes bien, realzan la intemporalidad de ciertas consideraciones que se imponen por encima (pero también a través de) de los tiempos.

    Recuerdos

    Pedro (Tocho VIII)

    ResponderEliminar